jueves, 9 de enero de 2014

[Opinión] El significado de la primera navidad en la América del Libro de Mormón

Este artículo fue publicado en www.elfaromormon.org en navidad.

Esta última semana varios amigos  y conocidos, que no son miembros de la Iglesia, me preguntaron con sinceridad si los mormones celebraban navidad. Por supuesto que sí, les respondía y les señalaba algo más de nuestras creencias. Nosotros creemos en Dios el Padre, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo (Artículo de Fe N° 1). Pero en algunos casos la conversación continuó respecto a que tradiciones en particular teníamos como SUD al celebrar la navidad. Algunas de esas conversaciones no solo me hicieron reflexionar respecto a nuestras creencias y prácticas navideñas, sino a lo que sabíamos del nacimiento de Jesucristo.

Creo que la mayoría de los miembros de la Iglesia estamos felices de sumarnos al resto de los cristianos para conmemorar el nacimiento de nuestro Salvador, sin duda es una época especial y de buena voluntad. Sin embargo, la pregunta que quisiera proponer es la siguiente: ¿Cuál es el aporte que el conocimiento del Evangelio Restaurado entrega a la navidad? o siendo más estrictos con el lenguaje: ¿Qué podemos aprender del Evangelio Restaurado respecto del nacimiento de Jesucristo? Tengo la esperanza de que buscar respuestas a estás y otras preguntas, con un enfoque correcto, puede resultar provechoso desde un punto de vista espiritual.  Invito a que podamos reflexionar respecto a la pregunta anterior, no quisiera detenerme mucho en los sucesos históricos sino en la medida que otorguen significado. Yo solamente quisiera detenerme en la primera navidad registrada en el hemisferio occidental.

La primera navidad registrada en el hemisferio occidental: El Libro de Mormón desde sus primeras páginas registra profecías mesiánicas de profetas como Nefi, Abinadí o Alma. Sin embargo no fueron los únicos en anunciar el nacimiento del Salvador del mundo, uno en particular anunció las señales que darían testimonio de su nacimiento en el hemisferio occidental: Samuel, el Lamanita.

El profeta lamanita señaló cinco años antes del nacimiento de Cristo lo siguiente: “Por tanto, habrá un día y una noche y un día, como si fuera un solo día y no hubiera noche; y esto os será por señal; porque os percatareis de la salida del sol y también de su puesta; por tanto, sabrán de seguro que habrá dos días y una noche; sin embargo, no se obscurecerá la noche; y será la noche antes que él nazca” (Helamán 14:4) Más adelante agrega la aparición de una nueva estrella (Helamán 14:5) y de señales y prodigios (Helamán 14:6), pero lo más importante entrega un contundente testimonio respecto a la misión redentora del Cristo.

Las profecías anteriores se cumplieron de manera extraordinaria en 3Nefi1.  El versículo 15 del mismo capítulo señala: “Y aconteció que se cumplieron las palabras que se dieron a Nefi, tal como fueron dichas: porque he aquí a la puesta del sol, no hubo obscuridad; y el pueblo empezó a asombrarse porque no hubo obscuridad al caer la noche”, luego el versículo 17 declara: “Y empezaron a comprender que el Hijo de Dios pronto aparecería; sí, en una palabra, todos los habitantes sobre la faz de toda la tierra, desde el oeste hasta el este, tanto en la tierra del norte como en la tierra del sur, se asombraron a tal extremo que cayeron al suelo”.

¿Qué podemos aprender entonces de la primera navidad del hemisferio occidental? Sin duda hay más de una respuesta a la pregunta anterior. Yo quiero reparar en dos respuestas, que además contestan, en alguna medida las preguntas del segundo párrafo. La primera es que la navidad, entendiéndola como el nacimiento de Cristo, fue un suceso universal, no digo que solamente sea un hecho de trascendencia universal sino que además no pasó desapercibido para una parte considerable de los habitantes de la tierra. Para un mormón lo anterior puede parecer una obviedad  pero creo que la idea de la navidad como un suceso que  fue conocido por muchos no es menor. La idea de todos los cristianos hasta la aparición del Libro de Mormón en el siglo XIX se basó en lo que nos relatan los evangelios de Mateo y de Lucas. Esa idea es que el nacimiento de Jesús fue conocido por sus padres, un puñado de pastores y visitantes extranjeros. El Libro de Mormón complementa de manera poderosa esa idea, el nacimiento de Jesucristo es un hito anunciado a miles de personas, creyentes y no creyentes, y  el cumplimiento de esas profecías es percibido por miles de personas igualmente. Las señales que describen los profetas del Libro de Mormón son señales poderosas.

La segunda poderosa consecuencia del relato de la primera navidad en el Libro de Mormón es la fuerte convicción de que Jesucristo es efectivamente el Señor del mundo. Las potentes señales registradas en el Libro de Mormón vienen a fortalecer  el carácter divino de Jesús de Nazaret. Lo anterior se hace con un propósito claro, que revela Samuel el Lamanita en el versículo 13 del capítulo 14 de Helamán: “Y también para que sepáis de la venida de Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y para que sepáis acerca de las señales de su venida, con objeto de que creáis en su nombre”. 

El nacimiento de Jesucristo como un hecho  conocido por miles, que incluye a creyentes y no creyentes, y las impresionantes señales que dan testimonio de la naturaleza divina del Salvador son dos conclusiones muy potentes y de alto significado que encierra el Libro de Mormón. Con sincera humildad, es gracias al Libro de Mormón que podemos tener acceso a estos acontecimientos.  En una época como la nuestra estás conclusiones tienen mayor trascendencia. Cuando muchos se cuestionan la naturaleza divina del Salvador, las señales registradas en el Libro de Mormón vienen a dar testimonio de su divinidad. Cuando algunos cuestionan los milagros que este realizó e incluso su propia existencia,  su nacimiento y su aparición en las américas son un testimonio potente respecto a la realidad de su misión.

Además el relato de la primera navidad del Libro de Mormón nos recuerda dos verdades del Evangelio, la primera es que efectivamente el Evangelio es para todo el género humano. El cristianismo no es patrimonio exclusivo de occidente. Las señales del Libro de Mormón nos recuerdan que la salvación es universal y que las verdades espirituales no son de propiedad exclusiva de una cultura. La segunda importante conclusión tiene que ver con la persecución que vivieron los miembros de la Iglesia antes de las señales del nacimiento de Cristo, “Y sucedió que los incrédulos fijaron un día en el cual se habría de aplicar la pena de muerte a todos aquellos que creyeran en esas tradiciones, a menos que se verificase la señal que había indicado el profeta Samuel” (3Nefi1:9), muchos apesadumbrados por la  promesa de los inicuos, salvaron sus vidas gracias al cumplimiento sobrenatural de las señales de la primera navidad. Lo anterior se puede sintetizar en la siguiente cita de Hugh Nibley refiriéndose al espíritu navideño: “Las grandes bendiciones que buscamos en la navidad no son de nuestra propia creación”. La primera navidad del Libro de Mormón enseña ese principio con claridad, la salvación solamente viene mediante la mano divina de Jesucristo.  Sin lugar a dudas  el mensaje del Libro de Mormón es más potente de lo que muchas veces creemos.

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